
Una tarde vio brillar en el cielo una estrella luminosa. Y como era tan traviesa deseó ir a buscarla.
¿Para qué quieres una estrella? Le preguntó el rey, su padre.
La querría para hacerme adornar un prendedor con un verso, una perla, una pluma y una flor; le contestó ilusionada la princesa.
¡Eso es una locura! ¡Es un capricho! Además, no debes tocar nada que brille en el cielo azul. El buen Jesús se va a enfadar; le regaño el rey.
Pero la bella niña, sin permiso de papá, se fue al cielo saltando sobre el mar. Y fue camino a arriba hasta la luna, y más allá hasta llegar a la estrella que tanto quería alcanzar.
¿Qué te ha pasado, hija mía? Te he buscado y no te encontré.
Y ¿qué tienes en el pecho que tan brillante se ve?; preguntó el rey, cariñoso, al verla regresar. Atraída por la estrella, anduve por las olas y el viento hasta ella y… la corté, contestó inocente la princesa.
Pero, yo no te di permiso y menos para quitar un astro del cielo. Por tu capricho seguro que se enfadará el Creador; dijo regañándola el padre.
Por tu mala acción has de tener un castigo. ¡Vuelve al cielo y lo robado vas ahora a devolver! Se puso triste nuestra niña. Lloraba con tanto pesar que, compadecido, se les apareció el buen Jesús.
Yo le ofrecí esa estrella en mis campos del cielo, para que estuviese bella; dijo con su amorosa voz.
Y para celebrar aquel feliz acontecimiento el rey se vistió con sus ropas más brillantes. E hizo desfilar cuatrocientos elefantes por la orilla del mar. En esa gran fiesta lucía la princesa su brillante prendedor. El que tenía una estrella con un verso, una pluma, y una flor.
Mensaje: Muchos dicen que los sueños no se alcanzan, pero dicen eso porque su esperanza y su fé se han acabado, y si uno es como esta princesita que se dejo guiar por su fé y su esperanza cada uno lograra cumplir sus grandes sueños.
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