sábado, 13 de noviembre de 2010

La mona vestida de seda.

Había una vez una mona que era muy coqueta. Era tan presumida que pasaba el día mirándose en el río o en los lagos como si fueran espejos.

Un día iba de paseo y vio por la ventana que una linda señora se vestía para ir a una gran fiesta. Como a la mona le gustaba mucho disfrazarse, en cuanto aquella dama se marchó, entró en la habitación de aquella casa y empezó a probarse cuantos vestidos encontraba.

Con esto pareceré una gran señora; se dijo al mirarse en el espejo. Pero lo que más le gustó fue hallar un traje rosa precioso. Cuando se lo puso, le brillaron sus ojillos pequeñitos. Y decidió salir a lucirlo.

Creía que era una gran señora. Miren a la mona disfrazada; comentaba un cerdito riéndose.

No soy una mona soy una gran señora; le contestó la mona muy enfadada. ¿Dónde vas con esos ropajes? Le preguntó el oso extrañado de verla así vestida.

Voy a una fiesta; dijo la mona.

¿A una fiesta? replicó el zorro. Sí, porque yo ya no soy una mona, soy una gran dama; contestó la mona sonriente.

Y así se fue a la ciudad para que admiraran su elegancia en una fiesta. Pero cuando entró en el gran salón cual sería su sorpresa cuando, al verla, todos empezaron a reír.

Miren como va esa mona disfrazada; dijeron muchas señoras.

La mona pasó tanta vergüenza que salió corriendo de aquel lugar. Y por el camino, perdió la coronita, los zapatos y el vestido de seda.

Mensaje: Una persona debe ser humilde porque en la humildad está la verdadera belleza.

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