domingo, 14 de noviembre de 2010

El ciervo en la fuente

Era un hermoso día de primavera. El sol brillaba en lo alto del bosque. Los animales habían salido de sus escondites para jugar con sus amiguitos.

Los pájaros revoloteaban de rama en rama. Las ardillas buscaban nueces entre las hojas secas. Una manada de ciervos descansaban al sol. En una fuente cercana dos ranas croaban sin parar.

Uno de los ciervos se acercó a la fuente para beber y al verse reflejado en el agua se asustó. Volvió de nuevo a acercarse despacito. Asomó la cabeza. Luego el cuerpo y entonces pudo ver todo su cuerpo como en un espejo.

¡Que grande soy!. Mis cuernos han crecido mucho. Me dan fuerza. Soy elegante y hermoso. Pero, ¡oh! ¿Qué es eso?; se preguntó el ciervo mirando sus patas. No le gustaron nada.

Yo no puedo tener unas piernas así. Son feas y delgadas. Me hacen ridículo.
¡Tan hermosos cuernos y tan ridículas patas!; decía llorando el ciervo.

En ese bosque vivía también un animal temido por todos. Era el perro salvaje. Era muy fiero y tenía unos colmillos muy afilados.

El ciervo estaba tan triste por lo de sus patas que no se dio cuenta de que el perro salvaje se acercaba.Todos los animales huyeron. Pero nuestro amigo seguía junto a  la fuente. Muy despacito, el feroz animal se le acercó.

Al oír un ruido, el ciervo, asustado, levantó su cabeza. Al ver al perro empezó a correr hacia el bosque. Si conseguía entrar en él, el perro ya no podría atraparlo. Corría y corría entre los árboles. Pero sus cuernos se enredaban en las ramas y le impedían ir más deprisa.

Sus piernas, sin embargo, eran muy veloces y ligeras. Parecía que volaran. 

¡Ay! Si no tuviese estos grandes cuernos podría correr más. Menos mal que mis piernas son veloces; pensaba el ciervo mientras corría cuanto podía. Por fin se escondió en una cueva. El perro salvaje pasó de largo y no lo vio. El cierco respiró tranquilo. ¡Gracias a sus feas piernas se había salvado!.

Mensaje: Cuando uno ama todo su cuerpo, se cuida y acepta a todo su organismo verá que todo su cuerpo es igual y que cada organo y cada celula tienen una gran función y además nadie debe avergonzarse de su cuerpo, porque nuestros cuerpos son la gran riqueza que Dios nos dio y que nos lo dio para amarlo y respetarlo no para juzgarlo.

La gata encantada

Hace mucho tiempo había un hombre muy rico y famoso que tenía una gata que era muy bella. Tenía un pelaje muy bonito y adornaban su cuello lindos lazos de colores.

Tenía largos bigotes, unos colmillos muy blancos y unos hermosos ojos como el mar en un día de verano. Aquel hombre quería mucho a la gata porque era muy cariñosa y se acurrucaba junto a él para dormir.

Caminaba a su lado cuando paseaba, y por eso le hablaba con frecuencia. ¡Ojala fueses una bella doncella! repetía aquel hombre mientras acariciaba la cabeza de su gatita.

¡Miau! ¡Miauuu! le contestaba cariñosa la gata, mirándole con sus hermosos ojos.

Si ya lo sé, ya lo sé. Eres sólo una gatita; le decía él, muy triste por no tener a nadie tan cariñoso como la gata a su lado. Pasaban los días y aquel bondadoso caballero la quería cada vez más.

Hasta que un día decidió hacer una petición a Venus, la diosa de la belleza. ¡Ay, señora! Si conviertes a esta gata en mujer, te daré muchos regalos; le pidió a la diosa, esperando que ésta le escuchara.

La diosa le oyó y convirtió a la gata en una muchacha. Era preciosa y, además, muy simpática y amorosa. Tanto, que aquel hombre se enamoró de ella. Y decidieron que, como se querían los dos, se casarían.

Llegado el día de la boda, al empezar la fiesta, entró el novio muy bien vestido. Sonaron las flautas y llegó la joven muchacha. Iba con un velo y un vestido de color rosado, muy bello. Era una escena linda porque la joven era muy guapa.

Estaba todo listo para comenzar la ceremonia cuando la diosa Venus, que era muy traviesa, quiso gastarles una broma. Hizo que pasara muy cerca de los novios un ratoncito pequeñito.

Uno de esos ratones de campo que tanto le gustan a los gatos. Al principio nadie lo vio. Pero cuando se dieron cuenta, todos invitados se apartaron. Algunos incluso se subieron a las sillas. Otros se escondieron tras un armario.

Sin embargo, la muchacha dio un salto y empezó a correr detrás de él. Todos se dieron cuenta que, aunque era una muchacha muy bella y parecía toda una señorita, su corazón seguía siendo el de un gato.
El pobre novio pasó tanta vergüenza que pidió a la diosa que convirtiera de nuevo a la muchacha en gata. Así lo hizo Venus, y aquel hombre, comprendiendo su error, con el tiempo encontró una buena muchacha con la que se casó. Y vivió muchos años feliz, cuidando los dos a su querida gatita.

Mensaje: Cuando uno siente un aprecio por algo o alguien como en el caso de este hombre, no debe sentir apego a lo que tiene, porque si sienten apego el daño se lo ocasionarán ustedes mismos, y a su prójimo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

La mona vestida de seda.

Había una vez una mona que era muy coqueta. Era tan presumida que pasaba el día mirándose en el río o en los lagos como si fueran espejos.

Un día iba de paseo y vio por la ventana que una linda señora se vestía para ir a una gran fiesta. Como a la mona le gustaba mucho disfrazarse, en cuanto aquella dama se marchó, entró en la habitación de aquella casa y empezó a probarse cuantos vestidos encontraba.

Con esto pareceré una gran señora; se dijo al mirarse en el espejo. Pero lo que más le gustó fue hallar un traje rosa precioso. Cuando se lo puso, le brillaron sus ojillos pequeñitos. Y decidió salir a lucirlo.

Creía que era una gran señora. Miren a la mona disfrazada; comentaba un cerdito riéndose.

No soy una mona soy una gran señora; le contestó la mona muy enfadada. ¿Dónde vas con esos ropajes? Le preguntó el oso extrañado de verla así vestida.

Voy a una fiesta; dijo la mona.

¿A una fiesta? replicó el zorro. Sí, porque yo ya no soy una mona, soy una gran dama; contestó la mona sonriente.

Y así se fue a la ciudad para que admiraran su elegancia en una fiesta. Pero cuando entró en el gran salón cual sería su sorpresa cuando, al verla, todos empezaron a reír.

Miren como va esa mona disfrazada; dijeron muchas señoras.

La mona pasó tanta vergüenza que salió corriendo de aquel lugar. Y por el camino, perdió la coronita, los zapatos y el vestido de seda.

Mensaje: Una persona debe ser humilde porque en la humildad está la verdadera belleza.

viernes, 12 de noviembre de 2010

La princesa y la estrella.

Érase una vez una princesita, muy bonita, que vivía en un palacio de diamantes. Jugaba cada mañana con su rebaño de elefantes y era muy feliz.

Una tarde vio brillar en el cielo una estrella luminosa. Y como era tan traviesa deseó ir a buscarla.

¿Para qué quieres una estrella? Le preguntó el rey, su padre.

La querría para hacerme adornar un prendedor con un verso, una perla, una pluma y una flor; le contestó ilusionada la princesa.

¡Eso es una locura! ¡Es un capricho! Además, no debes tocar nada que brille en el cielo azul. El buen Jesús se va a enfadar; le regaño el rey.

Pero la bella niña, sin permiso de papá, se fue al cielo saltando sobre el mar. Y fue camino a arriba hasta la luna, y más allá hasta llegar a la estrella que tanto quería alcanzar.

¿Qué te ha pasado, hija mía? Te he buscado y no te encontré.
Y ¿qué tienes en el pecho que tan brillante se ve?; preguntó el rey, cariñoso, al verla regresar. Atraída por la estrella, anduve por las olas y el viento hasta ella y… la corté, contestó inocente la princesa.

Pero, yo no te di permiso y menos para quitar un astro del cielo. Por tu capricho seguro que se enfadará el Creador; dijo regañándola el padre.

Por tu mala acción has de tener un castigo. ¡Vuelve al cielo y lo robado vas ahora a devolver! Se puso triste nuestra niña. Lloraba con tanto pesar que, compadecido, se les apareció el buen Jesús.

Yo le ofrecí esa estrella en mis campos del cielo, para que estuviese bella; dijo con su amorosa voz.

Y para celebrar aquel feliz acontecimiento el rey se vistió con sus ropas más brillantes. E hizo desfilar cuatrocientos elefantes por la orilla del mar. En esa gran fiesta lucía la princesa su brillante prendedor. El que tenía una estrella con un verso, una pluma, y una flor.

Mensaje: Muchos dicen que los sueños no se alcanzan, pero dicen eso  porque su esperanza y su fé se han acabado, y si uno es como esta princesita que se dejo guiar por su fé y su esperanza cada uno lograra cumplir sus grandes sueños.